Capítulo l
El amor construye;
el odio destruye
El que ama, puede dar;
el que odia, puede quitar
Si eliges amar, serás como
el mar que acaricia la playa
Si eliges odiar, serás como
el maremoto que arrasa
Elegí amar...
A aquel niño que pide
una moneda...
¿Tiene una moneda?
Y lo miro a los ojos
y sé que una moneda
no es nada; pero una moneda
le doy
¿Por qué?
Porque una moneda no es
nada; pero lo amo en su
tristeza,
en su soledad,
en su desamparo;
y la moneda no existe,
sólo existe mi gesto que
lo construye, que le da
dignidad...
–Alguien me mira a los ojos. Existo
para alguien –piensa. Y se dignifica en la indignidad de tener que pedir.
Amo
al
Mar
la
Arena
la
Playa
Amo al barquito
que se aleja
para volver
Amo tu tristeza
tu dolor
que me duele
Me pregunto
Tú
¿Por qué
no amas?
¿Por qué
odias?
¿Por qué no te
han amado?
¿Por qué no
te conmueve
ese niño
que pide?
Porque no
has tenido
que pedir
¿Por qué no
te compadeces
de la carencia
del que nada
tiene?
Porque ese no
es tu
problema
En tu mundo
no hay
hambre
Sed de equidad
Dolor...
por ser
discriminado
No eres
despreciado
No sabes lo
que es ser
apartado
aislado
rechazado
ignorado
–Alguien me mira a los ojos. Existo
para alguien –piensa
Y se dignifica, en la indignidad
de tener que pedir
Amo
el
Sol
la
Luna
Te
amo
Capítulo II
Elegí tu desamparo...
En las calles
de las ciudades
donde el ruido
tapa tus palabras
veo tus
ojos
que reflejan
muchas preguntas
que nadie
contesta
Amo
tu
tristeza
tu
dolor
que
me
duele
Amo
el
Mar
el
Sol
la
Luna
Veo
tus
ojos
tu
desamparo
Te
veo...
Te amo
Veo la
ternura
de alguien
que pasa
apurado
Él
también
tiene
en
su
mirada
muchas
preguntas
que
no
puede
contestar
¿Por qué
tienes tanto?
¿Por qué
quieres más?
¿Por qué
no miras
al que
sufre?
Porque te
han enseñado
a despreciar
al que
nada tiene
Porque
cuando
miras
al
Sol
ves
una
gran
moneda
de
oro
Porque para
tí
no existen
Sueños dorados
Tu mirada
sólo ve
tu rostro
en el
gran espejo
de la
vida
No amas
no ves
no sientes
No existen
sueños dorados
para ti
El hombre que miraba
al sol. -Cuento
Riché, era un millonario, que no se sentía feliz. El
oro que él poseía, con el que podía comprar lo que deseara y, aún seguiría
siendo rico; no le permitía comprar la
vida eterna...y además envidiaba al sol… ¿Por qué? Porque lo veía como una gran
moneda de oro, de la que no podía
adueñarse.
Esa mañana se encontraba como
siempre admirando el sol, cuando un fuerte acceso de tos lo dejó casi sin poder
respirar. –El cigarrillo –dijo en voz alta– Consultaré al Doctor Martiné.
Ese mismo día, a la tarde,
estaba sentado frente a su médico. Éste luego de auscultarlo minuciosamente, le
recomendó que se hiciera una serie de estudios y que volviera a verlo.
A los tres días Riché regresó.
Su médico y amigo cuando terminó de leerlos, lo miró y el millonario se dio cuenta de que algo estaba mal. – ¿Estoy enfermo? –preguntó con temor. Él
siempre había creído que con todo el
dinero que tenía, estaba a salvo de lo que les sucede a los demás. Martiné se
decidió a hablar: –Amigo, no podría ocultarte lo que pasa, porque más que tú
medico, soy tu amigo. Desde la infancia nos conocemos y creo que debes saber la
verdad. ¡Sí! es un cáncer fulminante que terminará con tu vida en días, semanas, tal vez...
Se alejó con un raro brillo en
su mirada. ¿Lágrimas?
Riché nunca derramó una lágrima
por el sufrimiento de nadie...
Sí, estaba llorando por él.
Llegó a su mansión, y se sentó
en el parque... mirando al sol.
Sabía lo que tenía que hacer...
Mandó construir un gran horno en
el parque e hizo llamar a su escribano y a un hombre que trabajaba en los
hornos de fundición de metales.
Redactó su testamento, dejándole
toda su riqueza a su único sobrino, hijo de su hermana, que había fallecido
cinco años atrás junto con su esposo en un accidente; pero con una condición,
que tendría que ser cumplida por él y por sus descendientes, caso contrario
serían desheredados. Riché quería que nadie, jamás, hiciera retirar un gran sol
que él dejaría en el parque, antes de partir.
A nadie le comentó lo de su
enfermedad.
A su amigo el doctor Martiné, le suplicó que guardara
el secreto, dándole el dinero suficiente para que pudiese construir el más moderno y lujoso Centro de
Salud.
Sabía que ése había sido siempre
el sueño de su querido amigo.
Ahora se daba cuenta de que se lo habría podido
regalar muchos años atrás, de no haber estado tan ocupado en acumular cada día
más dinero.
Se abrazó con su amigo y lloraron como cuando eran chicos.
Hizo llevar una gran parte del oro que tenía, en una
caja cerrada herméticamente, a la parte del parque que estaba el horno.
Mandó a buscar a su sobrino, a Martiné y al escribano
para que estuvieran presentes cuando derritieran el oro e hicieran el sol que
tendría que ser colocado en el pedestal de acero que compró. Hecho todo esto,
se despidió diciendo que recorrería todo el mundo y que no sabía si algún día volvería, ya que quería conocer el Tíbet. Que
no se preocuparan si no volvía, porque llevaba dinero suficiente para estar
bien.
Subió a su coche y se
alejó.
–Es el capricho de un
millonario.–pensó el escribano.
Lo que nadie supo jamás, es que
Riché regresó sin ser visto, disfrazado de ayudante del encargado de derretir
el oro; a quien lo fue a ver y le dio una importante suma de dinero y un pasaje
para otro país a cambio de su ropa y de su silencio. El joven aturdido aceptó,
diciéndole que siempre había querido
tener una granja en Australia y que sí, que nunca más volvería... porque
había perdido a sus padres y a su novia... hacía cinco meses... y que esto era
un regalo...y que... No pudo hablar más, tomó el dinero y el pasaje y salió
corriendo.
Riché tomó su ropa, un gorro,
guantes, anteojos negros y una peluca que había conseguido, se vistió y
levantándose todo lo que más pudo el cuello de la campera, se presentó a
trabajar. Cuando llegó dijo que sólo trabajaría hasta las nueve de la noche,
porque se iba a Australia donde había conseguido un empleo. Cuando llegó la
hora cobró y se despidió. Pero, en un instante en que se alejó el hombre encargado de mantener la
temperatura adecuada para que el oro se derritiera, él regresó, se arrojó al horno y se fundió
con el oro.
Riché sería un gran sol de oro.
El sol que no pudo comprar.
Capítulo III
Elegí la luz...
Porque ilumina
tus ojos
con una
esperanza
Tal vez
algún día
el hombre
comprenda
sienta
perciba
vislumbre
que el
Amor
da más
felicidad
que el
dinero
Tal vez
algún día
ese hombre
te ame
vea
sienta
comprenda
Tal vez
algún día
para ese
hombre nuevo
los sueños
sean dorados
El sol
está en
tu mirada
pequeño pájaro
sin alas
Te
condenaron
sin
darte
una
Oportunidad
Te
apartaron
discriminaron
aislaron
pequeño
pájaro
sin
alas
Tu
nido
es
la
calle
No
te
enseñaron
a
cantar
pequeño
pájaro
perdido
En
la
selva
urbana
salvaje
cruel
despiadada
no
hay
tiempo
para
amar
mirar
sentir
ver
Ejercicio mental nº12
Camina y empuja su carrito
entre opulentos y apresurados autos.
Si un nuevo modelo se lanza al mercado
él lo sabrá...ya que tarde o temprano,
en alguna esquina, éste lo rozará peligrosamente.
Son apenas centímetros...pero aquel auto,
en realidad, inalcanzablemente distante,
marca la frontera y forma su mirada
Camina y empuja su carrito
entre opulentas y apresuradas miradas
que llevan sus bolsas de supermercado
bien cargadas
Si un nuevo producto sale al mercado
él lo sabrá...ya que tarde o temprano,
en alguna bolsa de basura, entre filos y óxidos
meterá sus manitos para ver que hay...
sólo envoltorios de una cena estupenda
que marca la frontera y forma su mirada
Camina y empuja su carrito
Entre opulentas y adornadas casas
Si un nuevo TV brilla a través de una ventana
iluminará en la vereda su caja de cartón
y él al recogerla leerá... “nuevo, con pantalla plana”
esto marca la frontera y forma su mirada
Camina y empuja su carrito
Entre el barro, lluvia, frío y viento
Si la fiebre insiste en viajar con él
será, pues, compañera del hambre
que es su pasajera habitual,
pues el carro debe marchar
Este cotidiano juego mortal
marca la frontera y forma su mirada
Camina y empuja su carrito
entre violentas y frías miradas
Si alguien lo asiste sólo hoy,
¡tendrá hambre mañana!
Si ni siquiera tiene un nombre hoy,
¿quién será mañana?
Si lo tiran a un riachuelo hoy,
¿quién se enterará mañana?
Si logra sonreír al menos hoy,
¿quién lo consolará mañana?
Si no sabe ni que día es hoy,
¿cómo se orientará mañana?
Y es que subsistir entre hoy y mañana
marca la frontera y marca su mirada.
Y es que caminar y empujar su carrito
marca la frontera y forma nuestra
mirada
Maximiliano Salomoni
De su libro “Ejercicio mentales de un ser”
Capítulo IV
Elegí la paz...
La guerra destruye
la paz construye
Pueblos
arrasados
por
la
soberbia
del
poder
La
muerte
es
la
Reina
del
dolor
Con la
paz
se renuevan
reviven
florecen los
pueblos
arrasados
Tal vez
la luz
dorada
de tus
ojos
iluminados
por la
esperanza
de un
mundo
nuevo
justo
solidario
fraterno
se haga
realidad
Un
mundo
nuevo
con
amor
paz
Sin odio
sin guerras
Sin
hambre
desamparados
marginados
olvidados
apedreados
expulsados
de una
sociedad
injusta
egoísta
materialista
indiferente
inhumana
–Tengo hambre –. Cuento
–Anoche casi no pude dormir,
porque tenía hambre. Hasta muy tarde esperamos a mi padre que había salido muy
temprano a buscar trabajo. Mi madre
había ido hasta la panadería, pero le dieron unos pocos panes, porque ese día
habían pasado unos turistas en un micro y habían arrasado con todo. Era la hora
en que los dos más chicos tenían que ir a dormir, así que preparó mate-cocido
con leche, para ellos; para mi hermano y yo, mate- cocido solo. Nos
sentamos junto a ella y lo tomamos muy despacito; y cuando descubrimos el fondo
de la taza... no dijimos nada; sólo nos quedamos acurrucados a su lado. Pronto
se quedaron dormidos mis hermanitos y mi mamá los llevó a su habitación. Cuando
volvió entró mi padre a la cocina...se miraron y mi madre comprendió, sin palabras,
que nada había conseguido. Le preparó unos mates y pan que le había
guardado...nadie hablaba ninguna palabra. Mi madre me miró y ví en sus ojos,
angustia...,yo le sonreí y también ella me sonrió. La dulce, triste sonrisa de
una madre desesperada. Le dí un beso, otro a mi padre y también a mi hermano y
me fui a dormir
A la mañana siguiente, cuando íbamos para la escuela,
desde la ventana de la cocina de su casa, Ana, nos saludó. Era la mamá de
Braulio, amigo de mi hermano, que también, él y su hermanita, estudiaban en la
misma escuela que nosotros. Salió y nos
invitó a pasar: –Después los acerca mi esposo en el coche a la escuela, cuando
lleve a los chicos –nos dijo con afecto. Entramos. Estaban desayunando y el olor
a torta, chocolate, facturas..., nos golpeó en el estómago como un puñetazo.
Marta y Braulio fueron a buscar dos tazas, grandes, como la de ellos y nos
sirvieron el chocolate caliente, como el que nos hacía antes mamá, (cuando papá
tenía trabajo) y la torta con mucho dulce de leche...
Mi hermano y yo, saboreábamos
ese dulce afecto que recibíamos de esa familia, los dueños de la panadería, que
sabían que mi padre se había quedado sin trabajo cuando cerraron la fábrica y
siempre nos daban harina, azúcar, pan...
–Chicos, díganle a su papá, que venga
a verme, si es posible, esta misma tarde. –dijo Don Luis, el padre de nuestros
amiguitos – Vamos a ampliar el local de la panadería y voy a necesitar una
persona de confianza para que nos ayude. Con un buen sueldo, por supuesto, ya
que al pasar tantos turistas, estamos triplicando las ganancias.
Nos miramos con mi hermano, los
dos estábamos llorando, en silencio, no queríamos que nos vieran llorar, pero
las lágrimas se deslizaban por nuestra cara.
–Y eso no es todo... –escuchamos
a Don Luis – Ana, también necesita ayuda, alguien que atienda la caja, porque
ella sola no puede atender y cobrar y, muchachito, sabemos por nuestro hijo,
que eres muy inteligente y siempre te sacas diez en matemática, así que si
quieres venir medio día, puedes empezar con tu padre. El otro medio día vendrá
nuestra hija mayor, que como ustedes saben está estudiando en la facultad.
Mi hermano, se levantó con tanta violencia que tiró la
silla, pidió disculpas, la levantó y le dio la mano a don Luis: –Gracias,
acepto y creo que mi padre también.
Saben que a veces no tenemos ni para comer, y que gracias a ustedes y con algunos
trabajitos que consigue mi padre, lo podemos hacer, pero...Don Luis, la estamos
pasando muy mal...así que grac...–mi hermano no pudo seguir hablando porque
comenzó a llorar, mejor dicho, todos empezamos a llorar.
– ¿Don Luis, podemos ir hasta
casa a avisarles a mis padres?...–dije yo, como pude, porque no me salían las
palabras.
– ¡Por supuesto! ¡Vamos todos! –dijo a los gritos y la
tomó a su esposa de la mano – Después los llevamos a la escuela. Bien que un
día, este día, muy especial para ustedes y para nosotros también, pueden llegar
tarde a la escuela, ¿no les parece...?
Llorábamos y reíamos...
Capítulo V
Elegí construir...
Nuevas mentes
en hombres
humanos
¿Se puede
construir
formar
nuevas
mentes?
¡Sí, se puede!
Enséñales
a amar
A buscar
la verdad
Basta de
mentiras
para lucrar
Basta del
“ Mundo feliz”
que denunció
Aldous Huxley
en su libro
“Un mundo feliz”
No destruyan
la mente
del hombre
encerrándolo
en un
mundo
despiadado
vacío
vano
superficial
trivial
frívolo
hedónico
Basta de
hombres
descerebrados
girando
alrededor
de quimeras
sin futuro
Quemándose
en la hoguera
del hoy
Capítulo VI
Elegí las estrellas...
Porque orientan
al peregrino
Porque ellas tienen
el brillo de
tu mirada
Porque
Tú
eres
una
Estrella
Amo
el
Mar
la
Arena
la
Playa
el
Sol
la
Luna
las
Estrellas
Amo
tu
mirada
que
perdona
tanto
olvido
Capítulo VII
Elegí soñar...
Con
un
mundo
sin
niños
con
hambre
enfermos
abandonados
sin
futuro
Con un
mundo
sin
guerras
que
devastan
arruinan
destruyen
Con un
mundo
de
paz
fraternidad
concordia
amistad
afecto
Con
un
mundo
de
iguales
donde
nadie
sea
más
que
Tú
Elegí soñar
para no
sollozar
Capítulo VII
Elegí el silencio...
Para escuchar
la
melodía
del
mar
Para caminar
descalza
en
la
arena
Me alejé
Para pensar
en
ti
Para
poner
tu
silencio
en
palabras
Para
terminar
con
tu
condena
tu
olvido
Mi palabra
¿Quién la
escuchará?
¿Quién la
entenderá?
¿Para qué
servirá?
¿A qué corazón
llegará?
¿Qué sentimientos
despertará?
¿El mundo
cambiará?
Conversando con Javier –Cuento
– ¿Señor, no quiere comprar flores? –preguntó el niño.
El conductor del coche lujoso y brillante, que salía de un restaurante de moda,
sin mirarlo, arrancó velozmente.
En la cara del pequeño brillaban
sus grandes y negros ojos.
Brillo de estrellas en su
mirada; aún no le habían quitado la esperanza.
– ¿Cuántos días llevas vendiendo flores? –le preguntó
una señora que se le acercó – No te vi la semana pasada cuando pasé. Le
compraba las flores a un chico parecido a ti pero más grande ¿Tú hermano?
–Sí, es mi
hermano.
– ¿No eres muy chico, para estar
en la calle...discúlpame la curiosidad, ¿no te molesta que te lo pregunte? pero
es que tienes, diría yo, la misma edad que mi nieto y a él, aún no se lo deja
cruzar solo una calle.
–Yo tengo siete años, señora y
¿su nieto cuántos tiene?
¡Viste! no me equivoqué, mi
nieto tiene también siete años.
Javier inclinó la cabeza, pero
ella alcanzó a ver que las lágrimas rodaban por su carita. Muy apenada le
preguntó que le pasaba y si ella podía ayudarlo.
Javier levantó su cabecita, la
miró y comprendió que podía confiar en ella.
–Mi hermano está enfermo. Tiene
trece años y ayuda a mis padres. Él hubiera preferido seguir estudiando pero no
pudo, porque mi papá solo consigue algunos trabajitos... y a veces ni se los
pagan... y tengo dos hermanitas más chiquitas, y...bueno yo estoy vendiendo
flores...pero mi mamá le pidió a la señora que tiene ese kiosco, el de
revistas, ése que está ahí, ¿lo ve? que manda a su hijo a la misma escuela que
iba mi hermano, son amigos... que me cuidara.
La señora comprendió el drama de
esa familia.
Sintió angustia. Ella siempre
que pasaba le compraba flores al otro chico pero nunca se detuvo a pensar
porqué estaba en la calle. Ella era feliz y no apartaba su mirada de lo que la
rodeaba. Todo estaba bien. Todo era perfecto. Pero ahora comprendía que había
otras personas que no estaban bien, que les faltaba todo o casi todo... como a
este pequeño que estaba llorando, y que no quería que ella viera sus lágrimas.
Que la había mirado y que había confiado en ella...que... pensó en su nieto...al que ya no sabían qué
regalarle y toda la ropa que tenía...su dormitorio, sus juguetes, la bicicleta,
su...Tenía todo y más de lo que necesitaba porque lo amaban, porque lo
cuidaban, lo mimaban, porque dinero no les faltaba...porque en el día de su
cumpleaños tenía un torta gigante, regalos, muchos regalos, porque... ¿Por qué
no le pasa lo mismo a todos los chicos? – pensó – y puso su mano sobre la
cabecita del nene, con un gesto que quiso ser una caricia... Ya había tomado
una decisión: – ¡Sí! lo ayudaría. –no sabía cómo, pero lo intentaría. Sabía que
su esposo, su hija, su yerno, pensarían lo mismo.
Su esposo necesitaba un
matrimonio para cuidar la casa quinta y tal vez los padres de Javier –porque ya
le había preguntado el nombre – podrían
tener un trabajo y sus hijos irían a la escuela...porque... los chicos no
tienen que estar solos en la calle... y el casero se ha ido... se jubiló, así
que podrán ocupar su casa, la casa chica la de al lado del chalet... ¡Y qué
feliz se sintió! Lo tomó de la mano y se acercó al kiosco, a conversar con la
señora. Charlaron más de una hora. –Es
muy buena gente. –le comentó – Sólo necesitan un trabajo que les permita tener
un sueldo seguro para cobrar a fin de mes. ¡Sí! es muy buena gente, y los
chicos también, si usted supiera cómo lloró el hermanito mayor cuando tuvo que
dejar de ir a la escuela, y siempre me dice que algún día va a volver a
estudiar. Y ahora está enfermo, creo que no se alimenta bien, está muy
delgadito y acá tiene que estar muchas horas parado para poder vender algunas
flores. Yo, cuando puedo los ayudo con algo, pero no crea que me sobra mucho,
pero bueno...nosotros también tenemos un hijo, y la miró, vio su ropa cara, su
perfume y comprendió que la suerte de Javier y su familia cambiarían.
Y así fue.
Marta, le contó ese domingo a su familia
cuando estaban almorzando, que tenía un reemplazante para cuando se fueran a
fin de mes, Gregorio y su esposa. Todos la miraron y ella sonrió y comenzó el
relato de lo que le había pasado una
mañana cuando se acercó a un niño a comprarle flores.
La escucharon atentamente y
dijeron que sí, que estaban de acuerdo con ella.
–Yo sabía que mi familia me
apoyaría, ¿no les parece que es algo que tenemos que hacer? Pienso que debemos
ayudarlos.
A la tarde fue con su esposo
hasta la humilde casita de los padres de Javier, a la que Marta ya había ido a
conocerlos, para decirles que a fin de mes podrían mudarse a su nueva casa. Y
que todo estaría bien. Marta se acercó a Javier y éste con lágrimas en los ojos
le dijo: –Gracias.
Marta se miró con su esposo y
sonrieron, sabían que ahora tendrían otros nietos para mimar.
Capítulo IX
Elegí la verdad...
Para
alejarme
de
la
mentira
de
los
grandes
Discursos
que
se
alejan
de la
realidad
Que
te
engañan
con
fantasías
Del
egoísmo
de
no
Ver
De
la
dureza
de
no
Sentir
De
la
crueldad
De
la
indiferencia
Te
programan
para
no
Ver
para
no
Sentir
para
ser
Indiferente
para
no
Pensar
Efecto
final
sólo
existe
para
ti
un
“Mundo
feliz”
Sí
te
Veo
Sí
Existes
para
mí
No
me
eres
Indiferente
Sí
Pienso
Te
Amo
Amo
el
Mar
la
Arena
la
Playa
el
Sol
la
Luna
las
Estrellas
Capítulo X
Elegí volar alto...
Para escapar
de lo
mero
terrenal
Para sentirme
libre
Para acercarme
a las
estrellas que
“sin prisa
ni pausa”
recorren su
camino
Capítulo XI
Elegí pensar...
Pensar
por
mí
misma
Para
buscar
la
verdad
Para
tener
otra
mirada
Para
poder
oír
las
voces
que
no
se
escuchan
Para
que
tu
silencio
tenga
una
voz
Para
que
tu
dolor
les
duela
Para
que
te
acompañen
en
tu
soledad
Para
que
te
devuelvan
tu
sonrisa
Tu sonrisa
de niño
Capítulo XII
Elegí caminar mi camino...
Mi propio camino
“Caminante no hay
camino, se hace camino
al andar”, nos dijo Machado
el poeta español
Camino y quiero dejar
una huella profunda
Camino mi propio
camino
No
caminaré
un
camino
ajeno
que
me
aleje
de
mi
sueños
dorados
– ¿Quieres
caminar
mi
camino?
Para
que
seamos
más
muchos
más
miles
millones
que
buscan
la
paz
Caminemos
juntos
para
construir
un
mundo
mejor
Capítulo XIII
Elegí creer
En un
mundo mejor
que no
existe
pero
puede
ser
realidad
Depende
de
ti
de
mí
De
muchas
voces
miles
millones
que
formen
un
coro
que
resuene
en
todos
los
rincones
del
planeta
tierra
Nuestro
silencio
será la
condena
de
muchos
miles
millones
de
niños
que
Mueren todos los días
Será la
condena
de
muchos
miles
millones
de
niños
que
Viven en las tinieblas
Será
un
mundo
de
dolor
Será
como
perder
la
luz
y
el
calor
del
sol
El niño de la sonrisa dorada –Cuento
Nació con su historia de
pobreza, cargada a sus espaldas como una mochila. La misma historia de sus
padres. De los chicos que no pueden ir a la escuela, porque su historia de
pobreza con hambre destruye sus neuronas, condenándolos a ser por siempre
pobres.
La misma historia de desamparo,
de gritos, de golpes de violencia que los marca. Pobreza de platos vacíos, de
órdenes: –“Tenés que ir a conseguir dinero” –le dicen y sale a la calle.
Es la primera vez y el miedo lo
paraliza.
Vuelve con las manos vacías. El
temor trabó su garganta. Al volver a su casa...Su casa fue el infierno de
siempre: gritos, golpes, violencia.
Sólo le queda su sonrisa dorada.
Sólo tiene su sonrisa dorada.
Vuelve a la calle, pero ahora
aprendió la lección: si nada lleva, le darán golpes, gritos, violencia y en su
angustia–desamparo...Sonríe.
Pero...su sonrisa es una mueca.
Le robaron su sonrisa de niño.
Capítulo XIV
Elegí conocer tu historia
Que me dolió
Ahuyentó
el sueño
de mis noches
Todo el dolor
está en ti
Todo tu dolor
está en mí
Quiero sonreír
no puedo
Tu recuerdo
es tristeza
Sé quién me
robó la sonrisa
Son lo que
pueden darte
una mejor
vida
Son los que
pueden erradicar
la pobreza
Son los que
pueden forjar
un mundo
de equidad
de justicia
de paz
Son los
que viven
pero no
dejan vivir
Perturbados
desequilibrados
ambicionan
vivir con
más poder
acumular más
dinero
Te robaron
la sonrisa
Me robaron
la sonrisa
Ejercicio mental Nº38
¡Y si bajas de tus zancos!
que por más cabeza en las nubes
son tuyos los pies que se apoyan en el suelo,
si es que no estás sobre algún desgraciado.
¡Sí!...de verdad te digo, esas cosas que pisoteas
son humanos, degradados, es cierto,
pero son los que fabrican tus zancos,
o creías que tu reino de nubes
se formaba de la nada.
El ciclo del agua, la evaporación,
el sudor de los que se arrastran por el suelo
forma tu reino en lo alto.
¡Y si despiertas de tu sueño!
que por mas inconsciente que sea tu vida,
es tuyo el cuerpo que se apoya en la cama.
Si es que tu dormitorio no fue construido
sobre una villa desalojada, sí, de
verdad...
existen villas miserias con seres dentro.
Son los que fabrican tus camas
o creías que los muebles
los paría tu “designer”.
El ciclo de la madera, la gran poda de almas,
son las astillas clavadas en los dedos
las que construyen tu cama de ensueño
¡Y si analizas tu orgulloso primer mundo!
Hace tan poco tiempo que lo bautizaron así
¿Será después de haber construido un tercer mundo
¿En qué compás era?..¡Ah! ¡sí!
Destrucción –colonización –mercantilización.
Porque tu oro no fue robado de la olla de algún enano.
Porque tus empresas de alguna vena
chupan la verde sangre.
Es el tercer mundo consumidores –mano de obra.
O creías que la globalización era intercambio cultural.
El ciclo de Amo y el Esclavo... ¿Quién lo decía?
Para que el amo sea el amo,
¡Necesita sus esclavos!
Maximiliano Salomoni
De su libro:”Ejercicios mentales de un ser”
Capítulo XV
Elegí luchar...
Con la
palabra
que no
se compra
que no
miente
que no
lucra
que dice
lo que
tú
no puedes
decir
Que logra
romper
tu silencio
injusto
callado
con
preguntas
que nadie
responde
Capítulo XVI
Elegí escuchar
La melodía de
un violín
el susurro del
viento
el aletear de
los pájaros
el canto de
una madre
el reír de
los niños
Tú eres un
niño
Te robaron la
sonrisa
Te dibujaron una
mueca
– ¿Dónde está tu
sonrisa?
El reír de
los niños
Tú eres un
niño
– ¿Quién robó tu
sonrisa?
Capítulo XV
Elegí la esperanza...
De que
te devuelvan
la sonrisa
Tu sonrisa
de niño
que robaron
De que
se lleven
la mueca
De que
contesten
tus preguntas
Capítulo XVIII
Elegí mañanas...
Con tostadas
y mermelada
para ti
Con libros
y maestras
Con risas
y afecto
Con lápices
de colores
para pintar
el cielo
las flores
la sonrisa
de la maestra
Lejos de
las calles
con desamparo
y vicios
Si hoy
eres un
niño amado
mañana
no serás
un malhechor
Si hoy
te dan
lo que
necesitas
mañana
no tendrán
que cerrar
sus puertas
con cerrojos
candados
alarmas
Si
hoy
te
dan
amor
mañana
darás
amor
Capítulo XIX
Elegí cantar...
Como los
trovadores
que van
de pueblo
en pueblo
cantando sus
canciones
Sus canciones
son tristes
son alegres
Sus canciones
les cantan
al amor
Su canto
es como
el cantar
de los
pájaros
Tú tienes
tanto dolor
¡Canten! ¡Canten!
con amor
por un
mundo mejor
Con
niños
que
ríen
Con
niños
que
juegan
Con
niños
que
cantan
Será
un
coro
de
Muchos
cientos
miles
millones
de ...
Todos
los
niños
¡Canten! ¡Canten!
y una
luz se
encenderá
Muchas
cientos
miles
millones
de
luces
que
al
mundo
iluminarán
Una
luz
por
cada
niño
Una
luz
por
cada
sonrisa
La
sonrisa
que
perdieron
se
encontrará
Capítulo XX
Elegí al arco iris...
Por
sus
colores
que
brillan
después
de
la
lluvia
Porque
mirarlo
emociona
deslumbra
fascina
deleita
maravilla
Porque
siempre
después
de
una
gran
tormenta
el
mar
recupera
su
quietud
Capítulo XXI
Elegí escribir...
Para decir
lo que
Tú
no puedes
decir
Sueños dorados
Soñé con el sol…
El mundo era dorado.
Los niños sonreían...Todos los niños.
Cuando el sol que entraba por mi ventana me despertó, la habitación era
dorada... Un coro de risas y cantos venían de la calle Cuando salí de mi casa,
me tomaron de la mano...Muchos, cientos, miles, millones de personas... que
cantaban...
Los niños del mundo reían.
¡Habían recuperado su sonrisa de niños!
Sueños dorados –Poesía.
Colofón: 01/03/2006
Editorial: Dunken
ISBN: 987-0216315
64 páginas
©2006 - 2019 Sofía Sumsundegui.
Todos los derechos reservados.
Se autoriza la reproducción total
o parcial citando el autor.
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